Entre cuantas cartas me llegaron aquel día, había una que no quise abrir,
Así se quedo.
Hasta que un día, justo como el dicho dice.La curiosidad mato al gato y justo eso fue
como que paso, en aquella carta ponían unas palabras horribles que me hicieron recapacitar a quien podría haberle echo yo tanto dolor y sufrimiento para que se
molestara en escribirme esto:
Soy alguien muy cercano atí,
Pero no tengo tu misma sangre,
Te he visto numerosas veces,
Y el echo de verte, me daba asco,
Angustia y ganas de suicidarme,
Quisiera que te aplastaran el cráneo,
Y asin no volver a verte.
Le di la vuelta a la carta, y ponía lo siguiente:
Querría verte en el parque al que íbamos de pequeños el veinte uno de marzo a las cinco y media.
Al mirar el calendario, vi que era justo ese día, el día que tu tanto esperabas.Por las ganas de saber a quien podría haberle causado yo tanto sufrimiento cojí mi abrigo, un paraguas ya que llovía muy fuerte, las llaves y me dirigí hasta allí.
Entre al parque y no vi a nadie, únicamente a una persona encapuchada debajo de un árbol, Sin pensármelo dos veces me dirigí hasta el con la carta en la mano.
Fui avanzando poco a poco y justo cuando estaba detrás suya se puso a llorar descontroladamente y de un momento a otro se giro y entre llantos me dijo algo como...
Cuanto tiempo sin verte,
Tengo ganas de matarte,
Y asin no volver a verte!
Me abrazo fuertemente, tan fuerte como si de esta se tratara la ultima vez que me fuera a ver.
Yo estaba tan asustada que no pude hacer nada, no me pude fijar en su rostro, ni siquiera tuve fuerzas para preguntarle su nombre ya que de un momento a otro me quedaría sin fuerzas.
vi. que sacaste algo largo y brillante del bolsillo, y me lo fuiste acercando poco a poco como si de un chuchillo se tratara y me lo hincaste de un solo movimiento en el pecho, me caí al suelo dejando un charco de sangre a mi alrededor y echaste a correr, pero hubo un momento en el que te giraste y tu rostro conseguí ver.
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